
Llevamos ya tiempo conspirando para traer a Bilbao la mayor feria de inventores y creadores del mundo, la Maker Faire, el evento estrella de un movimiento, el maker, que The Economist considera el germen de la tercera revolución industrial. La Maker Faire es un evento en el que ciencia, tecnología y creatividad toman literalmente la ciudad para compartir, aprender, innovar, soñar y hacer locuras aptas para todos los públicos.
¿Qué es un maker? Difícil pregunta, porque son tan diversos como la vida misma, pero antes que nada es alguien que hace, que descubre el poder sus manos, que antes de ir a vender motos por ahí y hablar de hacer esto o aquello simplemente lo hace y después ya verá si habla de ello o no.
Su filosofía cabe en tres palabras: Do it yourself, hazlo tú mismo, que se parece mucho a eso que decía Gandhi de “be the change you wanna see in the world”, sé tu mismo el cambio que quieres ver en el mundo. Es gente que resuelve problemas e inquietudes concretas con lo que tienen a su alcance. Muchos usan tecnologías de código abierto, pero otros no las necesitan. Dentro de nuestras familias tenemos makers sin saberlo: la madre que cosía dos colchones individuales para su hijo recién casado, el padre que transmite a su hijo la afición por las maquetas…etc.
Los que sí usan estas tecnologías tienen por delante mil caminos por descubrir. Gracias a las impresoras 3D y las herramientas de control numérico, alguien puede diseñar una bomba de agua en Berlin que en cuestión de minutos puede ser replicada en cualquier lugar del planeta. Pronto podremos imprimir en casa el mango de la nevera roto, la carcasa de nuestro móvil (Nokia ya ha liberado los diseños de Lumia) o cualquier cosa que se nos ocurra. Porque el movimiento maker quiere democratizar el acceso a todo este conocimiento para que no se desperdicie ni un gramo de talento en tiempos inciertos como estos.
Entre los makers nadie te juzga por cómo te vistes, de dónde vienes o cuántos diplomas tienes, lo que importa son tus actos y tus creaciones. En resumen, que eres lo que haces.
Otra cosa curiosa son los orígenes humildes de muchos de ellos. Algunos son caldereros, técnicos de mantenimiento, operarios de máquina en la industria que le pillaron gusto a eso de hacer cosas con las manos y siguieron cacharreando en su garaje, lonja o patio trasero porque sí, porque se los pedía el cuerpo.
Estos talentos hasta ahora poco valorados por la sociedad cobran todo su sentido en una época en la que el acceso a las tecnologías para fabricar e innovar se democratiza. Al fin y al cabo, esto de ser maker no es nada nuevo, toda sociedad que se preció tuvo siempre un próspero corpus maker que las sostenía y les permitía avanzar. Pero esta época será diferente porque ahora empieza su momento y se dejará de llamarles despectivamente manitas, cacharreros o frikis para ponerles como ejemplo a seguir. Porque muchas de las claves del futuro, de cómo debemos ser para adaptarnos a una era tan volátil como la nuestra, está en el maker way of life.
Para los niños, el movimiento maker supone una infancia libre de eso de “la letra con sangre entra”, significa educar en libertad para que cada uno escoja su camino, inculcándoles amor por las ciencias y el construir con sus propias manos en vez de ser unos meros consumidores.
Los makers también tienen sus templos, los hackspaces o makerspaces, donde se reúnen como si fuera un txoko tecnológico donde compartir conocimiento y herramientas y emprender en grupo proyectos más completos y ambiciosos (en Bilbao, la sede de Bilbao Makers está en Espacio OPEN, en la antigua fábrica de galletas Artiach). Un dato nos permite hacernos una idea de lo rápido que está yendo todo: en 2007 había solo unos 70 Hacker / Makerspaces en todo el planeta. Hoy por hoy ya son más de 1.000.
En resumen, traemos la Maker Faire a Bilbao porque creemos en ello y queremos unir, inspirar, informar y entretener a este grupo de locos y locas que saca adelante proyectos imposibles en el patio de sus casas, sótanos y garajes. Porque creemos en las cosas bien hechas, en el derecho a hackear y adaptar cualquier tecnología a nuestras necesidades y en el poder de nuestras manos. Y que las cosas no valen lo que pone la etiqueta, sino el esfuerzo que ponemos en conseguirlas.